26 de abril de 2011

Pactando con el Enemigo

Los Extremos se Tocan.


Militares dieron a conocer un texto que fue redactado en 1998 entre dirigentes tupamaros e integrantes de la logia Tenientes de Artigas en procura de sellar el tema de los derechos humanos. El documento salió a la luz luego de que el oficialismo decidiera anular la ley de Caducidad.
El texto al que accedió el diario El Observador indica que los desaparecidos fueron consecuencia de “una guerra” que existió en el país y por la cual piden a toda la sociedad que asuman su parte de responsabilidad en ella. El pacto no llegó a concretarse pero sentó las bases filosóficas sobre las cuales ambos grupos entendían debía labrarse un acuerdo para cerrar definitivamente las heridas del pasado.
Los tupamaros mantuvieron los contactos con militares al margen de sus compañeros frenteamplistas, así como los Tenientes tampoco pidieron autorización a sus superiores, razón por la cual varios oficiales fueron considerados “traidores” por dialogar con el enemigo. Varias de las reuniones realizadas entre ambos grupos, se celebraron en la chacra del hoy presidente José Mujica.
Según indica el matutino, el ex presidente Jorge Batlle tomó conocimiento de esta iniciativa durante el cumpleaños de uno de los Tenientes que era su amigo. Fue entonces cuando el ex mandatario mantuvo grandes desavenencias con los militares y el acuerdo quedó trunco. Posteriormente Batlle conformó la denominada Comisión para la Paz.
El documento salió a luz pública luego de que varios oficiales retirados resolvieran darlo a conocer luego de que el oficialismo decidiera anular la ley de Caducidad. En el texto sus autores no procuran desentenderse de la responsabilidad que les cabe por los hechos del pasado, pero sostienen que no fueron los únicos protagonistas de aquellos episodios violentos.

Fuente: Observa


Silva dijo a Telemundo que reconoce partes del documento y otras no. Se trata, apuntó, de un texto elaborado en 1998 que se le hizo llegar al presidente Jorge Batlle para intentar "dar vuelta la página (…) Terminó con una cosa que no era la esperada: la famosa comisión para la paz", dijo.
El coronel retirado dijo que ya ha hablado mucho de este documento aunque Tenientes de Artigas, afirmó, no lo dio a conocer. "Debe haber algún tipo de interés político", agregó aunque desconoce de dónde puede surgir.
Según informó el diario El Observador, el documento vio la luz pública luego que el Frente Amplio decidiera anular la ley de Caducidad. En el se establecía que los desaparecidos durante la última dictadura militar fueron consecuencia de una "guerra" que existió en el país y se pedía a toda la sociedad que asuman su parte en ella.
El ministro de Defensa, Luis Rosadilla, dijo hoy a la radio AM Libre que desconocía la existencia de un pacto aunque reconoció el diálogo con las Fuerzas Armadas luego del retorno a la democracia. "Eso no debe parecer nada extraño", puntualizó.
Por otro lado, el ex tupamaro Jorge Zabalza dijo a radio Carve que el texto es producto de conversaciones que comenzaron luego de la muerte del histórico dirigente Raúl Sendic y que triunfara el voto amarillo y que las mismas "forman parte de una discusión muy grande que hubo dentro del MLN". Sobre la divulgación del texto opinó que se trata de "operativos de inteligencia".
Para Zabalza un operativo es cuando oficiales de inteligencia disponen de información y la usan para hacer política. "En ese sentido, ellos manipulan a quienes están en contacto, los graban, los hacen firmar documentos y los hacen redactarlos", afirmó y explicó que si uno lee bien el documento se advierte que "no lo redactó ningún militar".
El ex guerrillero consideró que no es casualidad que la polémica se instale un día antes de la interpelación parlamentaria a los ministros Rosadilla y Eduardo Bonomi (Interior) "donde seguramente les van a preguntar sobre todo esto" y también antes del acto del 1° de mayo donde "seguramente (el senador Eleuterio) Fernández Huidobro no va a poder ir a la manifestación porque va a sentir vergüenza", puntualizó.
Finalmente, Zabalza entendió que los militares "largan las cosas cuando lo consideran conveniente de acuerdo con los intereses de ellos".
Por su parte, el todavía senador Eleuterio Fernández Huidobro dijo a radio Carve desconocer el documento. Aclaró que lo estuvo mirando y le parece que está "espantosamente redactado (…) Yo creo que el que lo hizo estaba medio en pedo", señaló.
Para Huidobro, todo esto se trata de una maniobra de propaganda en el contexto de la aprobación de la ley interpretativa de la Ley de Caducidad.
Reconoció que se mantuvieron reuniones con los militares pero para tratar el tema de los desaparecidos y para evitar enfrentamiento a causa de los que "metían púa".
Respecto a los presos en la cárcel de Domingo Arenas, Huidobro dijo que se están olvidando de los responsables, "que son los que dirigieron la política económica y periodistas". Estas personas -entre las que nombró a Danillo Arbilla, Ramón Díaz y Alejandro Végh Villegas- "deberían estar en la cárcel con José Gavazzo".


Fuente: El País Digital


Definiciones sobre la “guerra” que hubo en Uruguay en las décadas de 1960 y 1970, el reconocimiento formal de que los “desaparecidos” están muertos y las razones que llevaron a su desaparición, y las responsabilidades compartidas por la violencia que vivió el país en el pasado, son algunos de los conceptos que se manejan en un documento de cinco carillas que dirigentes tupamaros y militares integrantes de la logia Tenientes de Artigas redactaron en 1998, como forma de dejar atrás las heridas del pasado. El documento, que publica hoy El Observador, fue divulgado por militares que están molestos con la aprobación de la ley de Caducidad, decisión política del oficialismo que, sostienen estos oficiales, se da de bruces con el espíritu de aquel pacto que no llegó a cerrarse por una serie de circunstancias políticas del momento. A continuación de transcribe íntegro el texto de este documento que se mantuvo en reserva por más de una década:
“Los abajo firmantes queremos dar a conocimiento público lo siguiente:
Desde hace ya un tiempo hemos venido realizando contactos de carácter reservado con miembros de la FF.AA. en actividad y en retiro, a quienes conocimos en oportunidad de los enfrentamientos armados, con el propósito de conocer el destino de los Desaparecidos. En dicha misión han participado un importante número de personas pertenecientes a ambas partes y se ha procurado no hacer caudal partidista o personal del tratamiento de este delicadísimo tema.
Quienes suscribimos esta declaración estamos en condiciones de asegurar que oficiales de las tres fuerzas y de distintas jerarquías, a quienes conocemos desde hace muchos años y de quienes sabemos su condición de combatientes, nos aseguraron que los siguientes compañeros están muertos.
Luego de varias y muy duras discusiones, también hemos convenido dar a conocer algunos conceptos a los que hemos arribado de consuno, aunque guardando igualmente serias discrepancias en torno al análisis del pasado.
Lo hacemos con el anhelo de colaborar en la mejor comprensión de estas difíciles páginas de la historia de los orientales; con intención pacificadora y espíritu reconciliatorio.
Observamos que una gran mayoría de los actores políticos y sociales que se muestran interesados en resolver el hecho de los desaparecidos, parecen abroquelados en alguna de estas dos siguientes posiciones simplificadoras: unos en el maniqueísmo de que “los muertos buenos son los nuestros y mal muertos están; los de ellos son malos muertos y bien muertos están”, y otros por el contrario han impulsado, o se han sumado, a la llamada “doctrina de los dos demonios” y muy sueltos de cuerpo declaran: “esos muertos y no son nuestros, ni los unos ni los otros; de ustedes de ambos bandos son los muertos y ahora debéis expiar culpa los unos y los otros, hasta el fin de los tiempos, porque nosotros somos inocentes, nosotros no tenemos nada que ver y repudiamos lo que ustedes han hecho”.
No ponemos en duda de que en ambas posturas hay personas honestas, y es a ellas a quienes están preferentemente dirigidas estas líneas, pero lo que rechazamos y denunciamos es el deliberado uso político que se está haciendo de estas posiciones.
Los muertos, todos ellos, murieron por sus ideales, y tienen razón los familiares de los desaparecidos cuando dicen que no son sólo un asunto de ellos, sino de toda la comunidad.
Por esto queremos descubrir a las falsas izquierdas y falsas derechas que están buscando medrar con el encono eterno, y a los falsos intelectuales y falsos humanistas que haciéndole el juego al gran poder y a la élite política gobernante, asustan a la gente con los dos demonios. Vacíos y limpios de toda culpa, los zorros que gobiernan llaman al pueblo a mantener enhiesto un nuevo tótem – mito – símbolo, alrededor del cual reunir la nueva república: los Desaparecidos; trágico saldo de un enfrentamiento que hubo entre “tupas y milicos”, chivos expiatorios cuya sangre debe ofrendarse a los dioses de la democracia.
Una democracia sana no debe, ni puede, sostenerse tomando de rehenes a los desaparecidos, sino con la paz y el orden que sobrevienen a la verdad y a la justicia en que vive la comunidad.
Es en orden a buscar juntos esa verdad y esa justicia, que les pedimos a todos los orientales que nos escuchen en estas reflexiones.
Comencemos por preguntarnos por qué causa fundamental hubo desapariciones de personas. Hubo desapariciones porque aquí hubo una guerra.
Hubo una guerra que partió al mundo en dos y que se le llamó “guerra fría” a nivel planetario, aunque nunca fue declarada pero que aquí se llamó “Interna” y si se llegó a decretar y declarar formalmente. Y fue una guerra que abrió una grieta profundísima que atravesó la nación entera, a todas sus instituciones y su gente, y dejó a cada lado dos trincheras ideológicas, porque la ideología fue la causa eficiente de la guerra: básicamente un enfrentamiento entre el liberalismo y el marxismo, las dos ideologías “modernas” y predominantes en este siglo.
De cualquier manera no se trata aquí de abundar acerca de cuales otras concepciones del hombre y la sociedad se alinearon a cada lado, o cuales de los antagonistas podrían alegar con más razones. Causa Justa para combatir , porque lo que nos ocupa aquí, que es el hecho de las desapariciones, no ocurre, al menos en apariencia inicial por la “jus ad bellum”, sino por el grado de justicia que hubo en desarrollo de guerra misma; la “jus in bello”.
No obstante, es importante ir pensando desde ahora y no perderlo de vista, para analizar más adelante las responsabilidades, si alguien con interés, y con derecho legitimado en el conocimiento, a expresarse sobre los hechos de la guerra, pudo y puede sustraerse de tal manera a un enfrentamiento tan existencial y por ende tan abarcante que, o cayó dentro de la grieta abierta, o quedó entre dos fuegos y entonces sí puede manifestar con razón haber sido inocente y nunca haber siquiera consentido la defensa de ninguna parte. Es muy necesario para juzgar los hechos de una guerra, comprender cuál es su naturaleza.
Muchas veces oímos decir que uno u otro bando atentó contra los derechos humanos o cometió tales o cuales horrores, sin detenerse a considerar que es la guerra en sí misma el peor de los horrores y la violación de los derechos humanos por antonomasia, por eso es que se deban considerar todos los extremos de la Causa Justa para llevarla adelante: última razón, autoridad legítima, posibilidad de éxito.
En la guerra no participan monstruos u hombres desquiciados, sino hombres y mujeres normales, muchos en grado heroico, combatientes o de apoyo, de un lado y del otro, insertos todos en el ambiente propio de la guerra.
Según Clausewits, un pensador clásico y universalmente indiscutido acerca de la naturaleza de la guerra, esta siempre tiene un fin político y es llevada adelante por una decisión política como un instrumento más de su obrar, el cual debe ser el último, precisamente por la violencia que supone.
Es bien claro en nuestro caso la causa y el fin político de la guerra, en que el combate militar fue parte del combate político y en el que ambos bandos excluían la participación de la ideología antagónica en el proyecto propio del destino.
Aquí entre nosotros estuvo en juego la existencia del Ser nacional, entre dos cosmovisiones excluyentes, era una o la otra.
La existencia del Ser es la “legitimidad absoluta”, según Clausewitz, y por ende excluyente de la legitimidad del otro. Dice Smith, sosteniéndose en Heidegger, que al reducir la cuestión política a la categoría de lo existencial, ya no se trata de un enfrentamiento entre dos valores legítimos y en disputa, sino que lo absoluto de lo existencial lleva a que el enemigo sea considerado un “sin valor absoluto”.
El asunto es que esta conclusión tiene total ligazón con la lógica de la guerra y con los medios que en ella se empleen y de lo cual es evidente que no puede sustraerse la política, porque ella determina la sustancialidad de la misma.
La guerra en que está en juego el Ser es entonces un acto de fuerza política, que se retroalimenta con la acción recíproca de los contendientes, y que puede llevar al extremo de que no existan límites al empleo de la fuerza para asegurar la existencia del Ser. Dicho en otras palabras: lo que terminan ordenando los comandantes militares como necesario para vencer al enemigo y asegurar la victoria, no tiene una lógica propia, autónoma de la guerra como fenómeno aislado, sino que está íntimamente ligado a la causa y fin político que le dan, en este caso, legitimidad absoluta.
Con estas nociones que acabamos de exponer y teniéndolas in mente, podemos entrar a considerar ahora cuáles son los principales de la “jus in bello” (ética Tomista), que están en juego en el hecho de las desapariciones de personas.
Debería ser el principio de la proporcionalidad, el que en la toma de decisiones éticas en la guerra, resolviera la tensión existente entre la finalidad de la misma y los medios a emplear.
Sin dejar de considerar el “sin valor absoluto” del enemigo, ya expuesto, de cualquier manera parece evidente que en nuestra guerra el extremo que se debió considerar, es que los medios que llegaran a emplearse, no fueran a invalidar o destruir los valores que el propio fin de la guerra buscaba preservar para el Ser nacional y a la vez que pudiera alcanzarse una paz duradera. Muy difícil dilema, cuya correcta o incorrecta resolución por parte de los combatientes, pueden juzgar, con la sola condición de ser honestos, todos los orientales.
Lamentamos profundamente los muertos y los desaparecidos, los de ambos lados, todos cayeron defendiendo sus ideales, en el error o en el acierto, eso no importa ahora y mucho menos cuando ninguna parte puede alegar total certeza en sus verdades políticas.
Lo que más importa es que ahora ya todos sin distinción, integran con sus cuerpos ese humus espiritual de la tierra, el más fértil y que hace que un país se convierta en Patria para todos los orientales.
No obstante, sin perder de vista el carácter existencial de lo que estaba en juego, y si se compara esta última guerra, de hace ya 25 largos años, con las anteriores de nuestra propia historia, con las contemporáneas y de igual causa ocurridas en los demás países americanos, (algunas aún en curso!), y con todas las de la historia universal; y si también se considera que se llenó una cárcel que fue permanentemente visitada por comisiones internacionales de derechos humanos y que se respetó también la vida de los dirigentes, esta guerra no parece que debiera pasar a la historia como drásticamente cruel.
Nadie puede afirmar que hubiera habido un plan de exterminio o que los desaparecidos hayan sido asesinados con fría premeditación, sino que lo fueron en circunstancias muy diversas y no buscando intencionalmente su muerte.
Respecto al destino de sus restos mortales, estará en el fuero personal de quienes en el futuro aprecien que el tema se haya despolitizado y evalúen posible acercarse a algún familiar que ofrezca garantías de no manipularlo como bandera política, dar alguna respuesta si estuviera en sus posibilidades, este por lo menos es el deseo de quienes participamos de este escrito.
Otro principio de la debida justicia en la guerra que a veces se invoca, es el que en la teoría se denomina “discriminación” y pide que se extremen las medidas para diferenciar entre las personas involucradas en la guerra y las no involucradas. Se alega que algunos desaparecidos no eran combatientes porque no portaban armas y que eran simples militantes políticos, intelectuales o escritores, etc.
Se preguntan los moralistas si un niño que lleva munición al frente debe ser considerado un combatiente. Sin duda lo es y debe a su vez ponderarse la extrema necesidad para atacarlo y con que medios, y aún así el dilema ético es difícil de resolver.
Este punto nos lleva nuevamente a considerar la naturaleza ideológica de la guerra y qué criterio utilizar para diferenciar quiénes están involucrados y quiénes no.
Hay situaciones que parecen claras en este caso, como que se puede hacer más daño al enemigo con una pluma que con un arma, o que quien oculta información acerca de quienes van a usar un arma contra los propios está tan involucrado como estos.
Pero esta línea de razonamiento nos vuelve a nuestras reflexiones iniciales; ¿quiénes pueden haberse sustraído de tal manera de no estar posicionado en alguna de las dos facciones?
Este es el punto que entendemos por crucial para poder dar vuelta definitivamente la página como Nación, sin medias verdades, sin mitos y sin chivos expiatorios.
Quienes estas líneas suscriben, combatientes en el frente de un lado y del otro, hemos sufrido en carne propia la crueldad de la guerra más que todos (la violencia en el cuerpo del enemigo lacera también el alma del buen soldado) y algunos la han sufrido más que ninguno, sin que por ello se reclame condición de víctimas inocentes, sólo reivindicamos se nos reconozca recta intención; buena fe en el fin perseguido, nada más, pero nada menos.
Por esto no aceptamos que ninguna caterva de mal intencionados e hipócritas se declaren inocentes de toda culpa y nos acusen de ser la fuente de todos los males.
Freud pensaba, en sus disquisiciones sobre la guerra, que ella es una acto cultural que pone la agresión humana al servicio de esa cultura, canalizándola hacia lo permitido.
De ahí deduce que la guerra es siempre destructiva porque excluye la inhibición cultural de matar, exime al combatiente de reprimir su pulsión de agresión, es más, las convenciones le reconocen al soldado el derecho de matar.
Pero como acto cultural, la participación no se limita al soldado, sino que recorre una amplia gama que puede ir desde una grave perversión hasta el simple consentimiento “esa forma atenuada de inhumanidad que se caracteriza en parte por un deseo egoísta y pusilánime de autoconservación…”. Es la pretendida manifestación de ser “ajeno a la cultura” de la guerra; sin considerar que incluso las formas inofensivas del consentimiento (como no discutir y seguir la corriente) son afirmaciones del sistema de injusticia. Para sobreponerse a la cultura y comprender los hechos, para que nada semejante vuelva a ocurrir jamás, hay que desenmascarar estas formas “inofensivas” de participación: “sobreponerse a la culpa no puede significar sino mirar de frente la verdad; admitir los hechos sin desestimarlos; reconocer la participación, aunque no hubiese consistido sino en la forma más inofensiva”.
Esta y no la del avestruz parece ser la actitud correcta para escribir y sobre todo superar la página cultural de la guerra entre orientales, si el deseo es la paz duradera y el crecimiento espiritual de la comunidad.
Reflexionemos también acerca de la participación de los otros países de un lado y del otro, con honestidad y rechacemos su manipulación, a la vez que unámonos para denunciarlos como los más grandes violadores de los derechos humanos en este siglo.
Revisemos también con mucho detenimiento y profundidad cuánta es la verdad que dicen las ideologías respecto del hombre y su naturaleza social y política, y cuál es el real alcance de sus aportes en orden a satisfacer sus esperanzas.
Ahora es el tiempo nuevo de retomar con sabiduría, prudencia y sobre todo sin demagogia, la crítica del liberalismo, buscando discernir qué podemos esperar de él y cuál es el mejor camino posible que conduce al destino de los orientales.
Nosotros como combatientes comprometidos con el futuro de la Patria, estaremos vigilantes ante eventuales aviesas maniobras, destinadas a provocar enfrentamientos artificiales que generen desestabilización en la vida institucional, sea cual fuere él, o los partidos de gobierno.
Hermanados en el verdadero Proyecto Artiguista, anhelamos de todo corazón el mejor de los futuros posibles sobre esta bendita tierra para todos los orientale. Los militares, por no poder signar, facultan a los abajo firmantes a hacerlo también en su nombre”.

Fuente: Observa

El ex. Tupamaro Zabalza Confírmo el Diálogo con los Militares.


Este lunes, militares revelaron al diario El Observador el texto de un supuesto pacto inconcluso realizado con el Movimiento de Liberación Nacional en 1998.
En el medio de la polémica por la aprobación del proyecto interpretativo de la Ley de Caducidad, integrantes de la logia Tenientes de Artigas, dolidos por el curso parlamentario que tuvo la ley, le facilitaron a dicho matutino la redacción de este presunto pacto que pretendía sellar el tema de los derechos humanos.
Según este texto, escrito por los propios militares en 1998, los desaparecidos fueron consecuencia de "una guerra" que existió en el país y por la cual se pìde a la sociedad que asuma su parte de responsabilidad en ella.
Dicho pacto no llegó a concretarse pero sentó las bases filosóficas para cerrar un acuerdo que sellara las heridas del pasado.
Según la crónica de El Observador, los tupamaros mantuvieron los contactos con militares al margen de sus compañeros frenteamplistas, de igual modo que la logia Tenientes de Artigas no solicitó autorización a los altos mandos.
Varias de las reuniones realizadas entre ambos grupos se celebraron en la chacra del hoy presidente José Mujica, consigna el matutino.

Palabras de Zabalza

En conversación con Radio Carve, Jorge Zabalza, ex militante del MLN, confirmó la existencia de este diálogo y el presunto pacto.
"Es un tema de vieja data. Provocó mi alejamiento del MLN, lo cual no quiere decir que yo haya dejado de ser tupamaro. Estas conversaciones comenzaron tras la muerte de Raúl Sendic, luego que triunfó el voto amarillo. Forman parte de una discusión muy grande dentro del MLN. Si Sendic estuviera vivo no se habría llegado a ningún tipo de acuerdo espurio, como se intentó hacer", afirmó Zabalza.
"Una de las razones por la cual nos oponíamos a estas conversaciones era que veíamos que era un operativo de inteligencia. Son oficiales de Inteligencia que usan su información para hacer política. Ellos manipulan a quienes están en contacto, los graban, los hacen firmar documentos y luego lo usan cuando consideran necesario, para desprestigiar. Se larga este lunes, un día antes de la interpelación de Rosadilla y Bonomi por el video, poco antes de la discusión en Cámara de Diputados sobre la ley interpretativa, y en antesala del 1º de mayo, al que Fernández Huidobro no va a ir porque va a sentir vergüenza", agregó.
Para Zabalza, esto es "para desacreditar a Eleuterio y a Mujica. Yo me fui fundamentalmente porque yo no estaba de acuerdo en enterrar la memoria de nuestros compañeros y declararlos muertos en combate cuando no era cierto, y empezar a hacer un nuevo futuro basado en acuerdos espurios, firmados entre gallos y medianoches. La gente debe saber qué es lo que está en juego. ¿Cuánta gente votó a Mujica y Huidobro, y que si hubiera sabido del acuerdo no los habría votado?".
"Yo hablo de esto hace tiempo, y siempre dicen que estoy loco, Y Fernández Huidobro dice que soy esquizofrénico y que cambie de tratamiento psiquiátrico, Esa es la locura que yo he tenido: oponerme a hacer acuerdos a espaldas de la gente, de la militancia. Acuerdos firmados quizá en calabozos", concluyó.



El ex tupamaro Jorge Zabalza se refirió al documento revelado por militares que, según publica este lunes el diario El Observador, implica un pacto inconcluso con el Movimiento de Liberación Nacional (MLN).
El Observador informa que el escrito fue redactado en 1998 por ex guerrilleros e integrantes de la logia Tenientes de Artigas y que el mismo indica que las víctimas de la dictadura fueron la consecuencia de “una guerra”.
Para Zabalza, esto es producto de “conversaciones (que) comenzaron luego de la muerte de Raúl Sendic, luego de que triunfó el voto amarillo”, que apoyó la ley de Caducidad en el plebiscito de 1989. En declaraciones a radio Carve, agregó que esas conversaciones “forman parte de una discusión muy grande que hubo dentro del MLN” y que se tratan de “operativos de inteligencia”.
“Un operativo (es cuando) los oficiales de inteligencia que disponen de información y que la usan para hacer política. En ese sentido, ellos manipulan a quienes están en contacto, los graban, los hacen firmar documentos (y) los hacen redactar documentos”, dijo Zabalza, quien explicó además que “este documento (el revelado por El Observador) si se lee bien la letra (se nota que) no lo redactó ningún militar”.
Según el ex guerrillero, “luego lo emplean cuando lo consideran necesario para desprestigiar y para descalificar”.
Acerca de la revelación de este documento, Zabalza aseguró que “se larga este lunes, un día antes de la interpelación a Rosadilla y a Bonomi, donde seguramente le van a preguntar sobre todo esto; poco antes de que empiece la discusión en la Cámara de Diputados de la Ley Interpretativa (de la Ley de Caducidad), donde seguramente va a saltar todo esto y en la antesala del 1º de Mayo donde, seguramente, Fernández Huidobro no va a poder ir a la manifestación porque va a sentir vergüenza”.
Insistió en que se trata de “servicios de inteligencia que están haciendo política” y que ya “lo hicieron con el famoso video (con amenazas militares), que ahora va a ser objeto de esclarecimiento en el Senado”.
“Ellos (los militares) largan las cosas cuando lo consideran conveniente de acuerdo con los intereses de ellos”, recalcó Zabalza.

Fuente: Observa

Palabras de Jorge Zabalza a Canal 10.


Fuente: Canal 10

Mientras los Familiares de Desaparecidos se Sienten Excluidos.


Luego de la gran expectativa generada durante el gobierno de Tabaré Vázquez por el ingreso a los batallones en búsqueda de desaparecidos, los familiares de las víctimas aseguran que hubo un cambio de enfoque tras la asunción de José Mujica y advierten que el tema dejó de estar en la agenda.
Los descontentos con Mujica acerca de temas vinculados a los derechos humanos surgieron cuando aún no llevaba ni siquiera una hora como presidente. Ante la atenta mirada de todo el país, el 1° de marzo del año pasado Mujica pronunció su discurso ante la Asamblea General y no realizó ningún comentario sobre los pasos que su administración daría en la materia. El hecho no pasó inadvertido y motivó un llamado de atención del Partido Comunista del Uruguay (PCU), un aliado electoral para que Mujica sorteara la interna del Frente Amplio y llegara a la Presidencia. El viernes 5 de marzo, El Popular, el órgano oficial del PCU, marcó la cancha y cuestionó las “ausencias” que hubo en las palabras pronunciadas por Mujica.
“Nos llamaron la atención algunas de las ausencias nada menores como la verdad y justicia”, decía el editorial del órgano de propaganda. Cinco años antes, cuando era Tabaré Vázquez quien asumía la Presidencia, los planes para lograr dar con el paradero de los desaparecidos durante la dictadura ocuparon una parte central del discurso. Desde la explanada del Palacio Legislativo, Vázquez anunció en su discurso que su gobierno ingresaría en los batallones 13 y 14 en búsqueda de los restos.
“Queremos saber qué pasó con estos ciudadanos, si están o no enterrados allí”, sostuvo. Esas diferencias de énfasis entre las dos administraciones son marcadas hoy en día por los familiares de detenidos desaparecidos. “En el plano de la verdad, con el gobierno estamos en foja cero”, dijo a El Observador Óscar Urtasun, representante de la organización. “Ellos expresan buena voluntad pero lo que nos interesan son los hechos”, agregó. Ya desde la campaña electoral, los familiares y otros impulsores de intensificar la búsqueda de desapreciados miraban con reojo el poco tiempo que Mujica le dedicaba al tema durante sus discursos. Hoy, ya con más de un año al frente del Poder Ejecutivo, reclaman resultados y una línea de acción más clara de cara al futuro.
Gimena Gómez, otra delegada de Familiares, dijo que al gobierno “le ha faltado concretar” y agregó que por temas “burocráticos” la comisión que funciona en la búsqueda de la verdad tiene “pocos poderes reales” para lograr nuevos resultados.
“Avances no ha habido. Antes el tema estaba en la agenda. Hoy es evidente que no está”, dijo Gómez. Macarena Gelman también ha cuestionado con dureza al gobierno. “Se ha hecho muy poco o prácticamente nada. Lo único que me queda en relación a eso son muchas dudas y muchas incógnitas”, dijo Gelman consultada por Montevideo Portal en marzo.

Fuente: Observa

Para Rosadilla Van Mejorando las Relaciones.


Rosadilla dijo haber recibido "muchas otras llamadas de dirigentes e intendentes nacionalistas", muchos de ellos de la propia Alianza Nacional para expresarle su respaldo y el desacuerdo con lo dicho por Larrañaga.
El sábado, el senador blanco afirmó que Rosadilla "debía irse". Sus palabras fueron: "El senador Fernández Huidobro no estaba de acuerdo con la anulación. Votó y renunció. El ministro (de Defensa, Luis) Rosadilla pertenece al mismo sector y es sabido que está en desacuerdo con el proyecto. A mi juicio, por coherencia, debería renunciar. El tema es demasiado importante, crucial, se trata del respeto a la voluntad de la gente. El presidente Mujica no está de acuerdo pero no veta. Y eso está mal. Pero Rosadilla, siendo nada menos que ministro de Defensa, debe irse".
LA REPUBLICA mantuvo una larga entrevista con el ministro de Defensa Nacional en la que expresó sus opiniones. Dijo que, aunque no se lo preguntó a Larrañaga, entiende que esta opinión no le fue trasmitida al presidente Mujica, como tampoco tuvo la iniciativa de expresárselo a él. El ministro dijo que le da mucha importancia a este hecho y lo atiende de manera muy particular y sostuvo que está a lo que el senador Larrañaga y eventualmente el Partido Nacional y los demás partidos opinen sobre este tema. "Todos los funcionarios públicos somos eso y en especial algunos que desarrollamos ciertas responsabilidades debemos ser particularmente sensibles a las opiniones que se expresen en el sistema político, en especial sobre la permanencia o no en determinadas responsabilidades".
El ministro agregó que "Larrañaga es un líder político muy importante, líder de un sector muy importante del Partido Nacional, del propio Partido y presidente de su agrupación parlamentaria, por tanto yo miro y atiendo con mucho respeto sus opiniones, viniendo de quien viene. Sigo y seguiré muy atento a esa opinión, que por el momento es la opinión del senador Larrañaga, a título personal, aparecida en un reportaje, para ver si se convierte en la opinión de un sector, de un partido o del conjunto de los partidos de la oposición. Por el momento es solo la opinión del senador Larrañaga, con la importancia que ella tiene", dijo el ministro.
Por tanto, agregó, "con toda responsabilidad política, hay que leer las cosas de acuerdo a la importancia que ellas tienen y obviamente esta tiene mucha importancia. También tengo que decir que, tanto en el día de ayer (por el sábado) como en el de hoy (por el domingo) he recibido varias llamadas telefónicas de dirigentes del Partido Nacional, entre ellas de más de un intendente del interior del país, diciéndome que esa opinión no los representa y que respaldan mi permanencia en el Ministerio de Defensa, las cuales también son opiniones importantes". Consultado el ministro de Defensa si cuando hablaba de varios intendentes que lo apoyan, Rosadilla aclaró que sólo se refería a intendentes y dirigentes del Partido Nacional a los que no quiso mencionar. "Frente a estas declaraciones, estos dirigentes nacionalistas han tenido la iniciativa de llamarme personalmente para expresarme su desacuerdo, su opinión diferente a las del senador Larrañaga. Pero esto no tiene que ser un juego de discursos, de opiniones o declaraciones. Si el ministro de Defensa Nacional no tiene la confianza de un amplio espectro del abanico de opiniones políticas del país, hay que pensar muy bien en la continuidad del ministro. No es un tema con el que se pueda juguetear. Yo comprendo y respeto la libertad de opinión en este tema y no me pongo a calificar la opinión de los demás. Simplemente digo que en este tema, plantear esas hipótesis tiene sus consecuencias". "No es posible mantener a un ministro de Defensa o de Relaciones Exteriores solo con los votos del gobierno. Por lo tanto veremos cómo se posiciona frente a esto el resto del Partido Nacional". El ministro subrayó que está "sereno, tranquilo, esperando esas opiniones. Ya lo dije: el día que el ministro de Defensa no tenga o se le retire la confianza por parte del conjunto de la oposición, el ministro de Defensa tiene que pensar muy bien, más allá de tener los votos para mantener su responsabilidad, el ministro tiene que pensar muy bien cuánto bien o cuánto mal le hace al país permaneciendo en el cargo". Rosadilla reiteró que prestó tanta atención a lo dicho por Larrañaga, que en la noche del sábado telefoneó al senador blanco, simplemente para solicitarle una versión directa, para confirmar que la versión aparecida en el diario "El Observador" reflejaba plenamente su opinión, lo cual Larrañaga reafirmó,. "Por lo tanto yo estoy escuchando las opiniones. Por ahora esa es la opinión del senador Larrañaga. Si esto tiene otras consecuencias, otra trascendencia, otro volumen, otra dimensión, no será solamente el ministro de Defensa, sino el gobierno el que tomará otras decisiones". El titular de Defensa dijo a LA REPUBLICA que no esperaba tomar la temperatura de las opiniones de respaldo o cuestionamiento en base a la interpelación que se le realizará en los próximos días sobre el tan mentado Video con amenazas de supuestos militares. "Me da la impresión que se trata de un tema absolutamente independiente y absolutamente lateral al que el senador Larrañaga tomó como centro de su propuesta". Preguntado sobre si ha sentido inquietud o malestar de parte de las Fuerzas Armadas (FFAA) con respecto al tema planteado por Larrañaga, Rosadilla respondió que no comparte que el mando de las FFAA tenga hacia el ministro una opinión como la que en estas declaraciones se manifestaron. "Pero esas son opiniones. Yo tengo la sensación contraria (a las declaraciones de Larrañaga). La relación con las FFAA están en permanente mejora, ampliándose y cada vez existe mayor sintonía en el manejo de los temas. Por tanto entramos en el terreno de la opinión y todas las opiniones son válidas. Por tanto también es válida la opinión del senador Larrañaga", enfatizó Rosadilla.

Continuidad. "Estoy escuchando opiniones como la del senador Larrañaga".
Fuente: La República


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